1.- Conoce tu tipo de piel
Piel seca, es cuando la piel no produce los suficientes fluidos para lubricar la piel y protegerla de las pérdidas de agua.
Piel equilibrada, es llamada “piel normal” en este caso el rostro produce las cantidades suficientes de líquidos y grasas para mantenerse hidratada.
Piel grasa, suele acumular el sebo en la superficie de la capa epidérmica de la piel, suele presentar mayor espesor, glándulas sebáceas con sobreproducción de sebo y orificios pilosos dilatados. Algunas son acneicas.
Dentro de los tipos de piel ya mencionados tenemos una subdivisión que es igual de importante a considerar ya que debes identificar que combinación es la más precisa para ti.
Piel madura, el proceso de regeneración se hace progresivamente deficitario con los años, y por lo tanto las células requieren más tiempo para renovar las capas, en especial, su porción más externa: la capa córnea. Es importante reconocer que la piel llega a su madurez a los 25 años aproximadamente así que se recomienda considerar los cuidados de la piel desde esa edad.
Piel sensible, suelen irritarse fácilmente y reaccionan de inmediato ante cualquier agente extraño. Manifiestan su sensibilidad inflamándose, enrojeciéndose, dilatándose, picando o hasta producir pequeñas erupciones. Puede reaccionar por el sol, el agua, la alimentación, el tipo de productos de limpieza etc.
Piel mixta, son pieles que tienen cierto exceso en la producción de sebo, sin llegar a ser grasosas, se le puede reconocer rápidamente por el brillo en la zona T del rostro y mejillas secas.
Piel acneica, son pieles grasas que llegan a formar acné con facilidad en zonas específicas del rostro dependiendo el origen del acné, se enrojecen con facilidad.
A esto deberíamos sumarle las pieles que presentan condiciones específicas, tales como: rosácea, dermatitis seborreica, dermatitis atópica, psoriasis, eczemas, los cuales deben tener un tratamiento especial y mucho cuidado en los productos que se usan.
2.- Limpia el rostro dos veces al día
Es esencial lavarnos el rostro por las mañanas y antes de dormir, ya que durante el día acumulamos en nuestra piel los residuos de maquillaje, polvo, smog y sudor que no permiten que la piel respire y que posteriormente se convierten en los tan molestos puntos negros y espinillas.
Lo mejor es usar agua tibia, si en caso nos excedemos en el calor, podría irritarse nuestra piel. Se recomienda empezar con agua tibia y terminar enjuagando con agua fría, así mismo emplear un jabón de PH neutro o en el mejor de los casos de PH 5.5 puesto que la piel del rostro tiene un PH más bajo al del resto del cuerpo. Si usamos mucho maquillaje, será indispensable emplear un desmaquillante retirándolo con masajes suaves y sin frotar.
Destinamos una toalla especial para secar nuestro rostro y hagámoslo con toques suaves y delicados. Recuerda que tener la piel limpia la preparará mejor para que todos los productos de belleza puedan actuar.
3.- Hidrata y humecta tu piel
Es común pensar que debemos usar hidratantes o humectantes solo antes de acostarnos, pero también debe hacerse por las mañanas.
Los productos deben ser diferentes, ya que por las mañanas las sustancias hidratantes o humectantes (dependiendo lo que necesites) proporciona el agua y conservan la humedad que contiene la piel, a la vez de protegerlas de las agresiones externas, que la dañan sin que seamos conscientes de ello; teniendo la particularidad de ser ligeras para soportar el ajetreo del día
Por las noches nuestra piel descansa, aunque el proceso de renovación celular no se detiene. Así que los serums concentrados, humectantes e hidratantes nutritivos son la mejor opción para contribuir a la regeneración de las propias células; aportando principios activos que proporcionen los nutrientes que se necesiten.
4.- Desmaquíllate muy bien
Suena evidente, pero cabe recalcarlo. Llegada la noche, desmaquíllate bien para que la regeneración de la piel al dormir sea efectiva, la piel necesita respirar y los residuos de maquillaje no lo permiten. Por supuesto, desmaquillarse bien no es sinónimo de hacerlo de forma agresiva. Emplea productos a base de aceites naturales que serán más respetuosos con tu cutis.
5.- Exfolia tu piel
Por norma general, deberíamos exfoliar la piel una vez por semana. Sin embargo, la frecuencia cambiará según tu tipo de piel: las pieles grasas necesitan más exfoliación que las secas, mientras que las pieles delicadas deberían exfoliarse cada 10 o 15 días. Por eso es tan importante el punto número uno.
Puedes usar exfoliantes a base de café molido, avena, semillas molidas, azúcar o sales que combinados con un aceite natural te proporcionarán la limpieza y humectación profunda que buscas, cada parte del cuerpo es importante por lo que no olvides considerarlo en tus rutinas de exfoliación, pon mayor énfasis en tus zonas más ásperas y resecas como codos, rodillas y talones.
6.- Protégete del sol
Aunque solo sea para ir a la calle por poco tiempo, aplícate protector o pantalla solar y asegúrate de que esta crema es el último producto que aplicas en tu rutina. También puedes ayudarte con sombreros de ala ancha o sombrillas, que le dan un toque de glamour a tu tenida. Es importante no olvidar que debemos protegernos del Sol todo el año, no solo en verano.
7.- Come sano e hidrátate constantemente
El bienestar siempre va empezar de adentro hacia afuera, de nada va servir gastar todo tu dinero en los productos de belleza más costosos, si no mantienes una alimentación balanceada y tomas agua regularmente durante el día, no es necesario tener regímenes estrictos de comida, pero si es preciso incluir en tu ingesta diaria: frutas, legumbres y verduras que contienen altos niveles de vitaminas y antioxidantes necesarios para el cuerpo.
Por otro lado, consumir productos con niveles elevados de azúcares procesados o refinados, algunos carbohidratos y grasas saturadas o trans promueve el envejecimiento prematuro de la piel.
8.- Sé constante
De nada sirve cuidar nuestra piel únicamente cuando vemos que su aspecto no es el que queremos, no esperemos el último momento.
En el cuidado de la piel, la prevención es clave y la constancia aún más. Crear un hábito nuevo de cuidado de nuestra piel, será siempre el paso más importante.
Si bien, son pasos sencillos de realizar el reto será mantenerlos en el tiempo, no desmayes en el intento y recuerda que siempre puedes volver a empezar.